lunes, 20 de octubre de 2003

EDITORIAL

Por Oleg Protassov
"El club agradece el trabajo prestado tanto al entrenador argentino Héctor Cúper como a su staff, el técnico Oscar Armando Cavallero y el preparador físico Juan Manuel Alfano". Así, en un comunicado seco y escueto, el Inter despidió a su DT. No pudo Don Héctor, plasmar en el Calcio sus logros obtenidos en la Liga. Duro el Calcio, muy duro con los entrenadores... y más con los argentinos. Repasando la historia reciente, el entrenador más auspicioso del fútbol local (estamos hablando de Carlos Bianchi, por las dudas) hizo un tremendo “sapo” en la Roma. Que los jugadores le hicieron la cama, que no entendían la manera de trabajar del Virrey, que no les gustó la llegada de Roberto Trotta como “lugarteniente”, etc. Cualquier excusa es buena, pero la cuestión es que no duró un carajo en la liga más complicada del mundo. César Luis Menotti, se fugó de Independiente (en ese momento líder y patrón del buen juego) para llegar a la Sampdoria tentado por la idea de “enseñarles cómo se juega bien al fútbol”. Pero ni con la Brujita Verón en el equipo, pudo ni siquiera aspirar a lograr algún resultado positivo. Luego llegó Daniel Alberto Passarella. El Kaiser, que había triunfado como jugador (figura en la Fiorentina y en el Inter. Máximo defensor goleador en una temporada, etc.) venía con la experiencia de dirigir a la selección argentina y uruguaya. El Parma fue su destino... pero sólo por un par de meses. Ninguna victoria en la Serie A, sólo un par de empates y algún triunfo en la Copa Uefa. Por último tenemos el caso de Cúper. El primer año, perdió de manera imposible, mientras había liderado todo el torneo. El segundo año quedó... segundo. Y en el tercero, cuando por fin, había logrado armar el equipo con los nombres que él quería para su 4-4-2, fracasó desde el comienzo de la temporada. Y el Calcio, quedó demostrado, no espera... es impaciente, muy impaciente ¿entendés?


El Golazo: Fantástica conquista de Hernán Crespo en el Chelsea. Lástima que no alcanzó. Recibió la pelota sobre el sector izquierdo, paralelo al área grande, unos 5 metros alejado encaró hacia el medio y sacudió con un derechazo que se clavó en el ángulo superior izquierdo de Lehmann.