miércoles, 22 de octubre de 2003

CARTA ABIERTA A MARCELO BIELSA

Por H.F. desde Santiago de Chile.
Me remitiré sólo a hechos y trataré de ser preciso. A ver, cuando Don Choco (Reinaldo Sánchez, presidente del fútbol chileno) llegó con las manos vacías desde Bolivia y Uruguay en el sorteo de las eliminatorias y donde después de una larga reunión los genios de la Conmebol decidieron hacer el mismo calendario de encuentros pero en tres años y con fechas más seguidas entre encuentros, aquí en Chile la mayoría pensó en repetir el desastroso calvario que fue haber jugado las eliminatorias a Corea-Japón quedando últimos al final de éstas. Ni los periodistas, ni los dirigentes, ni la hinchada quedaron conformes y lo único que pensaban era en no recibir tan abultada goleada ante Argentina en Buenos Aires… salvo un D.T., un puñado de jugadores y algunos comentaristas (plenamente identificados). Esta nueva corriente pensaba que a pesar que Argentina era (y es) un gigante, había que jugarse alguna opción táctica de reacción, para no caer en desmoralizamientos si el rival encajaba goles en contra durante el primer tiempo, situación que ocurrió (2-0 en contra al final de los primeros 45). Pero había más, hay quienes piensan en un factor importantísimo que pesó en contra del nutrido plantel argentino: su D.T.
Hablar de Marcelo Bielsa era tocar un tema delicado en aquellos días: que a la primera lo largan, que no calienta a nadie, que su esquema táctico lo llevó al fracaso, etc. De todo se podía escuchar. Mal que mal, los futboleros vemos las transmisiones y retransmisiones del fútbol argentino y su primera, donde las opiniones no son para nada generosas con aquel que comete un error (hoy en día el mismo Pellegrini vive en carne propia su hora fatal) y a Bielsa lo crucificaban cada vez que podían.
Cuento corto: café cargado en el entretiempo chileno, un par de cambios estructurales y de jugadores acertados y como por obra de magia mirábamos el marcador al final con un empate 2 a 2… la mayoría pensó en la diosa fortuna, otros pensaron en yerros puntuales en la defensa argentina que les costó caro. Otros pocos seguían pensando en la consecuencia de haber mirado de frente al D.T. rival: estaba allí, Marcelo Bielsa seguía siendo el mismo de Corea-Japón, y sus jugadores, que lejos son unos monstruos individualmente hablando, colectivamente no se notaron. Leía una vez en un periódico argentino que el factor Bielsa, negativamente hablando, pasaba por mantener un poco acercamiento colectivo que aporte al juego; o sea, la Argentina de Bielsa, piensa no en el sacrificio individual del jugador en razón del equipo, sino en el desencuentro de todas las líneas.
Nadie aún se pregunta que es lo que Bielsa debe mostrar para ganarse el cariño de una afición mayoritaria que no lo quiere… razones sobran para sacarlo dicen otros, técnicos cesantes y los no, hay por montones (esta semana se sumó otro al cual Moratti le había advertido 2 semanas antes -según contactos que tengo en el calcio- que, o variaba su estilo de juego para el equipo o se iba. Resultado, Cúper fuera, pues aunque dé lo mismo quien llegue, “técnico nuevo gana” dice el refrán). Encontramos también un terco grupo de comentaristas que apoyan la gestión de Bielsa (nota de la redacción: por suerte, gracias a Dios, nos ubicamos dentro de este grupo) y piden dejarlo trabajar en paz, suavizando las críticas después de un triunfo ante… Venezuela.
Si bien al equipo técnico del Loco todavía no le piden explicaciones y lo dejan ir cada día más lejos, las brechas entre una selección y su público son cada día más grandes (y se nota en el vecindario, todos rivales de la albiceleste) lo que resultaría trágico para el fútbol de un país tan futbolizado y dependiente de buenos resultados para el ánimo de la nación entera.