viernes, 16 de abril de 2004

LA COLUMNA DEL TALADRO

Por Luciana Mercurio , desde el Sur del GBA.

Banfield 1- Arsenal 1

PEOR ES NADA

En el último minuto de vida Banfield empató un partido muy chivo ante Arsenal, un rival que poco había hecho como para llevarse 3 puntos. En realidad, tampoco el taladro merecía ganar. Se podría decir que el empate fue justo para los dos.

Durante el primer tiempo la pelota vivió más en el cielo que en la tierra. Pelotazos de aquí para allá, con jugadores desorientados que corrían detrás de la redonda como nenes de escuelita. Los minutos pasaban y no había ninguna atracción... en el campo. Porque en las tribunas siempre hay algo para recrear la vista. Pero eso no viene al tema, hablemos de fútbol diría Victor Hugo. Recién a los 30 minutos Banfield tuvo la primer chance de mandarla a guardar con un derechazo del pibe Palacio. Pero nuestro querido Furchi anuló el gol ante una posición adelantada inexistente. Una serie de cánticos irreproducibles comenzaron a bajar de la tribuna local hacia el hombre de negro. Pero no todo terminó ahí, ya que el árbitro sancionó en el minuto 45 un tiro libre para Arsenal, sobre el borde del área, que terminó en gol de Quinteros. Generaciones enteras de Furchis se hicieron presente en Arenales y Peña. Hinchas, jugadores (¡¡hasta Falcioni¡¡) expresaron su bronca contra el sospechoso de siempre.
En el complemento Banfield se veía obligado a salir a empatar, o mejor dicho, a ganar. Porque estaba jugando de local y tenía los mismos jugadores que habían goleado a la Academia la fecha anterior. Pero se corrió el rumor que un virus afectó a los del sur y les trajo amnesia. No sólo a los que están sobre el verde, sino también a los que ocupan las tribunas. Si, a ustedes les hablo, hinchas. ¿Qué pasó con los insultos que le gritaban a Bilos? ¿Se fueron de viaje?. Ahora es el Diego con 2 metros de altura. La toca, la pisa, la amasa. Hay que tener memoria, diría Chiche.
La entrada de Garrafa le cambió la cara al taladro. No se hizo un lifting, pero si un retoque, como la “Su”. Mayor juego colectivo, mejores pases y algún que otro lujo del 10. Pero faltaba meterla. Adrián Gonzalez tuvo dos tiros que peinaron el palo derecho de Limia.
Se venía la noche, pero había alguien que podría ayudarlos. Del odio al amor hay un solo paso, y sino que lo diga Furchi. Sancionó un claro penal sobre Bilos en el minuto final y toda la hinchada del taladro desató la locura. Para completar esa psicosis , no había nadie mejor que Garrafa. Pateó el penal con una categoría envidiable, poca vista en los tiempos que corren. Carrera larga y tres frenos antes de colocarla casi en el medio del arco rival. Gol y empate final para un Banfield garrafadependiente que ahora sólo piensa en saludar a su hijito el próximo domingo.