martes, 6 de abril de 2004

LA COLUMNA CANALLA

Por F.G. desde Arroyito.
Así No Va Más: El sábado anterior, con una profunda bronca e inmensa tristeza, desde nuestro pequeño lugar que es ElOleg Online, pedíamos explicaciones acerca de la pésima campaña del equipo en el 2004 y, lo que es peor, del muy pobre nivel de juego que Central pasea por las canchas del fútbol argentino. Marcábamos algunos errores puntuales del equipo y del entrenador y pedíamos explicaciones, que por supuesto no las hubo. ¿Por qué no las tuvimos? Por que si hay algo que el Sr. Russo atinó a hacer éste año para justificar las caídas de su equipo, fue desligarse de la cosa y echarle la culpa a sus dirigidos. Primero apareció con la famosa frase de que “los boludos en mi equipo no juegan”, luego con la inexperiencia y demás alusiones. Creemos humildemente que los procesos rigen con un técnico orientador a la cabeza, el que se debe hacer cargo del grupo en los momentos difíciles. Eso no ha pasado en Central y podría tomarse cómo causa de una ruptura, o al menos una distancia entre el director técnico y el plantel. Hablamos en tiempo potencial por que los problemas internos morirán dentro del grupo, pero si se apela a la lógica, la situación no debe ser la mejor.
Ya metiéndonos en lo que fue el partido, la mejor forma de describir a este Central es comparándolo con un paciente en estado terminal. ¿Por qué decimos esto? Muy fácil. El equipo de manera muy intermitente intentar mejorar, pero terminamos volviendo siempre al mismo estado de salud. Nos referimos con esto a la falta de creación y generación de juego, a los enormes y reiterados problemas defensivos, a la escasa recuperación de pelotas en mitad de cancha, a los graves y reiterados errores defensivos, especialmente en el juego áereo, algo que vamos a profundizar con el correr del comentario.
Los últimos dos partidos de Central lo midieron contra los dos equipos que hoy por hoy se estarían yendo al descenso. Y los números indican que en esos encuentros sólo pudimos rescatar un punto (podría haber sido ninguno). Por lo que se vio, no llegamos a ser más que estos rivales y si hilamos fino hasta parecimos quizás menos. Es por eso que la situación del equipo evidentemente es crítica y a esta altura la salida parece estar cada vez más lejos. Habrá quienes digan que el equipo no liga, es cierto, pero no hay que mentirnos a nosotros mismos. Hoy Chicago tuvo la fortuna de concretar en su primer llegada al arco, con un cabezazo de Testa a la salida de un córner, algo que es frecuente que suceda con los rivales de turno. Pero no por eso se puede obviar que por sexto partido consecutivo nos conviertan en jugadas aéreas ante la pasividad y distracción de todo el equipo. En un técnico de la escuela “bilardista” como Miguel Ángel Russo, no podría ocurrir ni en el peor de los escritos de terror. ¿A qué estamos jugando entonces? O no hay trabajo en la semana, o los jugadores no entienden el mensaje del entrenador. Cualquiera de las respuestas tiene al trabajo de Miguel como único responsable.
Hablar de los posteriores 34 minutos de la primera parte sería perder el tiempo. Por que Central volvió a exhibir sus problemas para romper defensas, no tiene sorpresa, no sabe quebrar los bloques que le imponen sus rivales y por ende, no lastima. Sólo el Yerbatero González estuvo en posición de gol una vez, pero entre De Olivera y nuestra poca fortuna impidieron conseguir la igualdad. Chicago, parado de contra, buscaba su oportunidad para conseguir el segundo y liquidar el partido, pero en el primer período tampoco la tuvo.
Para el segundo tiempo se decidió el ingreso de Javier Cámpora por Germán Herrera. Aquí le damos la derecha al entrenador, ya que el número nueve de Central atraviesa un mal momento, mientras que el Cabezón siempre que ingresa, cumple. Sería oportuno saber por qué no se le brindan las oportunidades como titular. Y fue Javier el encargo de conseguir el empate, luego de un gran movimiento en un tiro de esquina, en el que se sacó de encima a la marca y metió un hermoso cabezazo al segundo palo de De Olivera. El gol llegó justo en el mejor momento de los de Mataderos, que se habían perdido dos goles increíbles minutos atrás.
Luego de la conquista, Central amagó a ponerse la pilcha de protagonista del partido y a arrinconar a la visita contra su arco. De hecho lo hizo y llegó a tener una clara de la mano de Belloso, que definió de gran manera pero el palo le negó el grito. Luego todo se diluyó y el partido volvió a la mediocridad que pinta de cuerpo entero nuestras actuaciones de los últimos tiempos. Llegó el final, un punto con sabor a poco en nuestra casa y las reflexiones inevitables que se hacen presentes. Podrá decirse que se puso fin a una racha adversa de cinco derrotas al hilo, pero un empate en casa y ante Chicago no parece ser la cura, ni siquiera un calmante. A esta altura, ya no parece que el equipo pueda mejorar ni salir del pozo por que los errores siguen estando a la órden del día. Se extraña mucho a Mariano Herrón, es cierto, ya que Renzo Ruggiero no está a la altura de la primera división, al menos en el puesto de volante central, pero la baja de un soldado no es la excusa. Estamos penúltimos, con cinco puntos en ocho presentaciones y un nivel de juego acorde a un club sin aspiraciones, que por supuesto no es el caso de Central. Alguna vez algún sabio del fútbol dijo que en éste deporte los tiempos son muy cortos. Nada más cierto que eso. Porque la realidad indica que un campeonato entero jugando así, es imposible que nadie lo soporte. Se vienen partidos cruciales. Ojalá, por el bien de Central, que Russo sepa solucionar los graves y repetidos errores que su equipo comete. Si no es así, nuestro equipo puede pagar muy caro mantener un entrenador cuya campaña en este año, en cuanto a resultados y juego, ha sido desastrosa.